“No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino”.

Muchas veces nos obsesionamos en llegar a una meta, el trabajo deseado, el coche que anhelamos… y es precisamente todo lo que hacemos para
conseguirlo lo que aporta la felicidad.

Esta reside en las experiencias enriquecedoras que se viven para lograr un objetivo.

La felicidad es un “estado de grata satisfacción espiritual y física”

No viene de recompensas externas o reconocimientos, sino del éxito interno.
Al reducir nuestras necesidades, podemos aprender a apreciar los placeres más simples.